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Foto del escritorKarla Maldonado C

¿Quieres hijos exitosos? Empieza por trabajar en ti, no en ellos

Hace años, me hicieron una pregunta que me hizo reflexionar profundamente: ¿Cómo criar hijos exitosos? 

En lugar de buscar respuestas en teorías sobre crianza o educación, entendí que la clave estaba en mi propio crecimiento. No se trataba de controlar su camino, sino de trabajar en mí misma y brindarles a ellos el espacio para elegir sus propias rutas en la vida.


Este enfoque me llevó a desafiar varios paradigmas impuestos tanto por la sociedad como por la psicología. Hoy quiero compartir algunos de esos paradigmas y cómo los he desmontado uno a uno.


Paradigma 1: “Los niños no saben elegir porque son pequeños”


A menudo escuchamos que los niños de dos años no pueden tomar decisiones por sí mismos debido a su corta edad. Sin embargo, si observamos a un niño pequeño, podemos ver que ya tiene preferencias muy claras. Si le ofreces helado de fresa o chocolate, probablemente elija sin dudar el sabor que más le gusta. Esto demuestra que desde una edad temprana, los niños ya son capaces de tomar decisiones simples y expresar sus gustos. Es crucial entonces respetar y fomentar esta capacidad en ellos, en lugar de subestimarla.

Infantes

Paradigma 2: “Los adolescentes no tienen la capacidad de elegir”


Muchas veces se argumenta que los adolescentes no son lo suficientemente maduros para tomar decisiones importantes. Sin embargo, a esa edad ya se les pide que decidan sobre su carrera o estudios, y en muchos países, a los 18 años, ya tienen derecho a votar y elegir a sus líderes.


¿Por qué entonces dudamos de su capacidad de discernir? Al permitirles decidir en aspectos importantes de su vida, también les damos la oportunidad de aprender de sus elecciones y ganar experiencia.

Adolescente

Paradigma 3: “Los hijos deben obedecer porque los padres tenemos experiencia”


Es cierto que como padres tenemos experiencias que nuestros hijos aún no han vivido. Pero, ¿eso nos hace infalibles?


La realidad es que los padres también cometemos errores y no siempre tomamos las decisiones correctas. En lugar de exigir obediencia ciega, es mucho más valioso enseñarles a nuestros hijos a desarrollar el discernimiento. Necesitan aprender a pensar por sí mismos, a diferenciar entre el bien y el mal y a usar su libertad de manera responsable.

Family

Esto no solo les permitirá crecer con más autonomía, sino también con una mayor confianza en sus propias decisiones.


Paradigma 4: “Educa a tus hijos como te educaron a ti”


A menudo, la tradición familiar dicta que debemos educar a nuestros hijos como lo hicieron nuestros padres con nosotros. Sin embargo, el mundo ha cambiado radicalmente.


Los avances tecnológicos, el acceso a la información y los estudios sobre desarrollo infantil nos brindan herramientas que antes no existían. Insistir en modelos de crianza obsoletos es ignorar la evolución de nuestra sociedad.


Educar es también actualizarse, aprender y adaptarse a las necesidades actuales para poder ofrecer a nuestros hijos la mejor versión de nosotros mismos.


Dejemos esos paradigmas y quiero que te des cuenta que un juicio, que se hace mucho a niños libres, que hacen “lo que se les da la gana”, puede ser un halago.


¿El mejor halago? Que mis hijos hagan lo que se les pega la gana


A veces, lo que para muchos podría sonar como un comentario negativo o una crítica, para mí se ha convertido en uno de los mejores halagos que puedo recibir como madre: que mis hijos hagan lo que realmente desean, lo que se les “pega la gana”.


¿Por qué lo considero un cumplido? Porque significa que ellos han aprendido a tomar decisiones, a escucharse a sí mismos y a defender su autonomía. No significa que sean caprichosos o irresponsables, sino que saben discernir y hacer uso de su libertad con criterio. Les he dado la confianza de que ellos son los protagonistas de sus vidas, de que sus elecciones tienen valor, y que el respeto por sí mismos comienza con ser auténticos.


Cuando otros ven en ellos la capacidad de actuar conforme a sus propios deseos, significa que hemos hecho un buen trabajo enseñándoles a decidir desde su propio criterio y valores. Y sí, para mí, eso es un orgullo, incluso es un auto reconocimiento a mi trabajo personal.


Si algo te recomiendo es que eduques hijos en libertad más que hijos obedientes.


Si deseas que tus hijos sean exitosos, comienza por transformarte. Trabaja en tu propia mentalidad, en tus paradigmas y en tu capacidad de guiar en lugar de imponer.


Ayudarles a construir su camino implica confiar en su capacidad de elegir, respetar sus decisiones y estar ahí para apoyarles cuando lo necesiten.


Educar desde la libertad, el amor y el respeto es el mayor regalo que les puedes dar para que, en el futuro, sean personas seguras, felices y capaces de enfrentar la vida con responsabilidad y libertad.


En lugar de verlos como “modelos en blanco” que deben ser moldeados, reconozcamos en cada uno de ellos a seres únicos, con sus propios sueños y potencial.


Solo como nota especial, cuando te digo “hacer lo que se te da la gana” es tener la libertad de elegir lo que si se quiere y para hacerlo es fundamental el discernimiento para elegir su más alto bien y no autolastimarse ¡eh!


Y para despedirnos hoy, te dejo una frase que a mí me cambió la forma de ver a mis hijos hace ya más de 10 años…


“No les trates de meter información, más bien has que ellos saquen de si mismos su mejor versión”


La verdadera educación no consiste en llenar a nuestros hijos de información y normas impuestas; se trata de acompañarlos para que descubran su potencial y desarrollen su mejor versión.


En lugar de tratar de moldearlos a partir de nuestras propias ideas, es más poderoso darles las herramientas para que ellos mismos encuentren el camino. Y para lograr esto hay que trabaja en ti misma, para sólo ser un ejemplo de quien elige vivir su propia vida.


Al final, no se trata de imponerles quiénes deben ser, sino de crear un ambiente en el que puedan florecer desde su autenticidad.


No intentes llenarles de respuestas; ayúdales a encontrar dentro de sí las preguntas y los talentos que los harán brillar.


¿Conoces tu misma lo que a ti te hace brillar?


De corazón a corazón



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