Paz: El refugio que el hombre anhela al llegar a casa
- Karla Maldonado C
- 6 sept
- 3 Min. de lectura

Hay una frase que escucho mucho de hombres que prefieren quedarse más tiempo en la oficina o con amigos antes de regresar a casa: ‘Qué flojera llegar a una guerra, quejas y exigencias.’
Dura, ¿verdad? Pero es real. Y hoy quiero hablarte de por qué para un hombre la paz en su hogar no es un lujo… es una necesidad vital.

Sería bueno hacer un check list para darte cuenta que no haya estas tres en tu casa, porque es lo que quizá puede estar alejando a ese hombre que tanto anhelas este a tu lado.
La guerra: cuando cada conversación se convierte en discusión, él empieza a asociar el hogar con tensión, no con descanso. Cuando expresa su cansancio y le responden “uy pues si vieras lo que yo hago y no me quejo”
Las quejas: si todo lo que recibe al llegar son listas de pendientes o reclamos, su mente entra en modo defensa. Autistean en defensa propia. Llegan de un mundo que les exige todo, lo que menos quieren es que en casa sigan reclamos y “clientes insatisfechos”
Las exigencias: cuando siente que no importa lo que haga, siempre hay algo que falta, deja de esforzarse emocionalmente y también físicamente.
Conocí a un hombre que decía: ‘No es que no quiera llegar a casa, es que no quiero sentirme culpable desde que abro la puerta.’ Eso me hizo pensar… ¿cuántas veces convertimos el primer contacto del día en un campo minado en vez de en un abrazo?
Recuerdo a una buena amiga que su esposo cambió de trabajo y su nuevo horario le iba a permitir llegar a casa a las 6 de la tarde, ellos estaban acostumbrados a no verse por la noche de tan tarde que él llegaba. Pues se me ocurrió decirle “ahora tendrás que ajustar la agenda de actividades en casa” y la respuesta de ella me dejo los ojos chuecos, me dijo “no amiga, que me espere o busque que hacer”, solo como nota creo que es una respuesta de caer víctima del feminismo o de las “todo terreno” que están solas.
En fin, para no alargarnos, el esposo terminó cambiando hasta el horario de salida de su equipo pues no tenía a que llegar a casa y siempre “se le presentaban pendientes” por resolver en la oficina. Terminó siendo despedido porque no el que más tiempo trabaja es más eficiente ¡eh!
Bueno dejemos el chisme y vamos a las acciones concretas para darle paz a ese hombre que quieres a tu lado:
Recíbelo con algo positivo antes de tocar temas pesados: una sonrisa, un beso, un ‘me alegra que estés aquí’, ‘cómo fue tu día, cuál fue tu mayor logro hoy’
Acuerden un momento para conversar de pendientes, en vez de soltar todo al instante, quizá tomen un café juntos, como la hora del té, la hora de pendiente ¡NO DE QUEJAS eh!
Incluye espacios de ligereza: risas, complicidad, recuerdos bonitos. Busquen todos los días algo que los haga reírse a carcajadas.
La paz no significa evitar los problemas… significa elegir el momento y la forma de tratarlos. Cuando él siente que su casa es un refugio y no un campo de batalla, no busca excusas para quedarse fuera… busca llegar antes y ese espacio si puedes generarlo y ser promotora tú.
Lleva tu corazón y tus acciones a vivir esa serenidad que anhelas con el reto de 21 días.
Pide el libro hoy mismo!!!!
Cuéntame con que te quedas el día de hoy después de este episodio que me encanta saber de ti.
De corazón a corazón
Karla Maldonado Cabieses





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