top of page

Educar desde la herida: el error silencioso de criar desde lo que nos faltó

Educar es una de las tareas más nobles y desafiantes que existen. Pero también es una de las más inconscientes. Muchos padres y madres no crían desde lo que sus hijos realmente necesitan, sino desde lo que ellos mismos no tuvieron. Y aunque esto puede nacer de un buen deseo (“yo no tuve esto, pero tú sí lo tendrás”), puede terminar siendo una forma equivocada de educación.


Porque cuando educamos desde la herida o desde el vacío, sin haberlo sanado, muchas veces no estamos viendo al hijo real que tenemos delante… sino al niño que fuimos y que aún busca reparación.



  1. Proyectar no es amar, es repetir desde el dolor


“Yo no tuve oportunidades, así que mi hijo estudiará en el mejor colegio”.

“Nadie me escuchó, así que yo le daré toda la libertad”.

“Mi papá fue duro conmigo, así que yo seré su mejor amigo”.


Parece amor. Pero no lo es del todo. Es una mezcla entre amor y necesidad no resuelta. Porque cuando educamos desde lo que nos dolió o nos faltó, estamos usando a nuestros hijos como instrumentos de compensación emocional.


Y eso nunca termina bien: ni para el hijo, que se siente presionado a llenar expectativas ajenas, ni para el padre o madre, que inevitablemente se sentirá frustrado si el resultado no “sana” su historia.


De las parejas que llegan a mi consultorio, el 100% han tenido que resolver esa expectativa no cumplida de su adolescencia causada por una mamá controladora.


  1. Tus hijos no son tu revancha emocional



Criar desde la herida puede tener dos caras igual de dañinas:


  • La sobreprotección: “No quiero que sufra lo que yo sufrí”. Pero al evitarle todo, le niegas herramientas para desarrollar resiliencia, criterio y fortaleza.

  • La exigencia extrema: “Quiero que logre lo que yo no pude”. Pero al imponerle tus sueños no cumplidos, le estás quitando el derecho de construir los suyos.

Si hay reglas o “deberes” que le exiges a tus hijos porque quieras corregir tu pasado, es una revancha y tus hijos van a salir muy dañados.


Cuando no sanas 🧠💖 dañas tu entorno y puedes llegar a pensar 💭 que es tu entorno el que está dañado.

En estos casos, tus heridas están hablando más alto que las necesidades reales de tu hijo.



  1. La crianza consciente empieza con autoconocimiento


¿Desde dónde estás educando?

¿Estás escuchando a tu hijo o solo estás respondiendo a lo que tú querías de niña o en tu adolescencia?


Antes de decidir qué permitir, qué exigir, qué enseñar o qué corregir, es fundamental que te preguntes:


  • ¿Esta decisión es para su bien o para calmar mi inseguridad?

  • ¿Le doy esto porque él lo necesita o porque yo lo necesitaba a su edad?

  • ¿Estoy respetando su individualidad o imponiendo mis vacíos?


Ser consciente de estas preguntas no significa hacerlo perfecto. Significa educar despiertos, no en automático.



  1. Sanar primero, para guiar mejor


Cuando sanas tu historia, tus heridas no desaparecen, pero dejan de dominarte.


Y eso cambia todo: ya no necesitas que tu hijo cumpla tus expectativas para sentirte en paz. Ya no cargas sobre él la responsabilidad de llenar lo que a ti te faltó o lo que te sobró.


Y entonces puedes criar con mayor claridad, compasión y equilibrio. Puedes decir “no” sin culpa. Puedes acompañar sin invadir. Puedes permitirle ser él, sin pedirle que seas tú.


Pedir a tus hijos que siga tus normas y reglas sin hacer con ellos acuerdos es como decirle, “sé yo”.

  1. Educar no es darles todo, es darles lo que sí necesitan


A veces creemos que “más” es igual a “mejor”. Más regalos, más permisos, más elogios, más reglas, más deberes o más responsabilidades. Pero lo que tus hijos más necesitan es que estés presente, que seas coherente, que los escuches, que seas guía y no juez.


Eso no depende de lo que te faltó a ti, sino de lo que él necesita hoy. Y para saberlo, hay que mirarlo a él, no a tu pasado.


Educar desde lo que nos faltó o lo que hubiéramos querido para nosotros o corregir los errores que sucedieron en nuestra familia con nuestros padres o hermanos no es educar con amor… es educar desde la carencia, desde un deber ser que deja de ver al ser.


Amar bien a nuestros hijos empieza por reconocer nuestra historia sin proyectarla.

No se trata de negar lo que dolió, sino de evitar que ese dolor escriba la historia de la próxima generación.


Porque cuando un adulto sana, rompe la cadena y transforma el legado.



💌 Si este artículo te hizo reflexionar, es porque en ti ya vive una mujer consciente, valiente y lista para cambiar la historia de su familia.



Y eso comienza por fortalecer tu autoestima como madre, como mujer, como guía.


Cada semana, en nuestro boletín, compartimos reflexiones, herramientas prácticas y mensajes que te reconectan con tu poder interior para educar con amor, firmeza y autenticidad.


🔔 Suscríbete al boletín y empieza a criar desde tu mejor versión, no desde tu herida.



Porque cuando tú te eliges, tu hijo aprende a elegirse también.

Y ese es el legado más poderoso que puedes dejar.

Pero aquí la pregunta sería si estás dispuesta a elegir esa libertad que se necesita para permitir al otro elegir.


Si quieres podemos comenzar a trabajar en este objetivo AQUÍ


De corazón a corazón

Karla Maldonado C



 
 
 

Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating

Lo que te ofrezco es:

Por qué yo:

Lo que vas a ganar:

Lo que puedes hacer ahora:

  • LinkedIn
  • Spotify
  • TikTok
  • Amazon
  • Youtube
  • X

© Personas con amor

2014 Creado por Karla Maldonado C

Al leer y acceder a los artículos, revistas y programas, aceptas nuestra Política de Privacidad.

Email: coachkarlamaldonadoc@gmailcom

Tel: +52-55-1137-9850

bottom of page