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Cuando papá y mamá hacen un verdadero equipo

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Educar desde la complementariedad: feminidad y masculinidad como pilares del hogar.

En un mundo que confunde igualdad con uniformidad, enseñar a los hijos el valor de la diferencia complementaria entre hombre y mujer es un acto valiente, consciente y profundamente transformador.

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Porque no se trata de reforzar estereotipos…

Se trata de mostrar, con amor y coherencia, que la energía masculina y la energía femenina no compiten, se necesitan.


Son energías diferentes, pero juntas crean estabilidad, dirección, contención y crecimiento.

¿Qué significa educar desde la complementariedad?


Significa que mamá y papá no buscan ser iguales en todo, sino honrarse en lo que cada uno aporta de forma única. Significa que mamá permite que papá pase al frente y ella no va a atrás sino se convierte el “coach de papá” para lograr los objetivos familiares.


Desde la feminidad de mamá, los hijos aprenden:


  • El arte de cuidar sin asfixiar.

  • La sensibilidad como fortaleza.

  • El valor del lenguaje emocional.

  • La belleza del recibir, del intuir, del acoger.

  • El arte de administrar lo que se crea



Desde la masculinidad de papá, los hijos aprenden:


  • La importancia del límite como protección.

  • La toma de decisiones desde la acción y el enfoque.

  • La firmeza sin agresión.

  • El valor de proveer, sostener y mantener dirección.

  • El arte de crear lo que hay que administrar


Cuando un niño o niña crece viendo este equilibrio, no solo aprende a respetar a ambos padres, sino también a reconocer en sí mismo lo que lleva como potencial:


  • Una niña aprende que ser femenina no la hace débil, sino sabia.

  • Un niño aprende que ser masculino es ser fuerte y que no significa ser insensible, sino protector.


Esto me recordó a “Mónica y Daniel”, padres de tres hijos que hicieron el programa SOS PARA LA PAREJA conmigo hace un año me comentaron:


“Nos dimos cuenta que muchas de nuestras discusiones eran por querer hacer lo mismo: ambos queríamos liderar, ambos queríamos decidir, y los niños estaban confundidos.

Cuando yo (Mónica) comencé a expresar mis necesidades con más suavidad y a dejar que Daniel tomara decisiones sin que yo lo desautorizara, todo cambió.

Él se volvió más firme pero más presente, y nuestros hijos nos dijeron que se sentían más seguros.

Mi hija me dijo: ‘Mamá, tú te ves más feliz con papá’, y entendí que educar también es mostrarles cómo nos amamos.”


Así como Mónica y Daniel, pueden comenzar con estos 3 pasos y empezar a educar desde la complementariedad:


1. Muestren sus diferencias con orgullo, no como conflicto

Cuando mamá y papá tienen puntos de vista distintos, no es una guerra. Es una oportunidad para que los hijos vean que se puede construir unidad desde la equidad (lo que cada uno tiene de fortalezas). Háblenlo en voz alta: “Tu papá y yo pensamos distinto en esto, y eso está bien.”


2. Refuercen frente a los hijos el valor del otro

Que mamá diga frente a los hijos: “Tu papá es un hombre sabio, firme y amoroso”.

Y que papá diga: “Tu mamá tiene un corazón intuitivo, paciente y lleno de amor”.

Eso queda grabado en el alma de un hijo. Cuando papá y mamá hablan de sus cualidades y fortalezas crean un ambiente de abundancia y una energía que atrae el bienestar.


3. Hagan acuerdos visibles que reflejen sus roles únicos

Por ejemplo: mamá cuida la rutina emocional, papá refuerza los horarios y estructura. No para que uno mande más, sino para que los hijos vean que papá y mamá se complementan, no se reemplazan.


Un acuerdo previo por ejemplo de tener una palabra secreta que sea de seguridad es VITAL, cuando se dice es que hay alguien que está pasando el límite del respeto y debe parar.


A veces la paciencia se acaba y entramos en etapa de desesperación, cuando eso ocurre es común que quien no está corrigiendo a los hijos tiene una perspectiva más amplia y alcanza a ver la agresividad de quien está corrigiendo. Es en ese momento que en lugar de restarle autoridad frente a los hijos se usa esa “palabra secreta” y es momento de retirarse.


Es así como papá y mamá forman un equipo para que siempre exista el valor de respeto entre ellos y también hacia los hijos, así nadie traspasa los límites. ¡Son ayuda y crecen juntos, se hacen más fuertes!


Educar desde la complementariedad es enseñar que lo masculino y lo femenino no se anulan… se enriquecen.


✨ Cuando mamá es mujer en su feminidad.

✨ Cuando papá es hombre en su masculinidad.

✨ Los hijos aprenden respeto, equilibrio y amor verdadero.


No se trata de dividir tareas. Se trata de unir esencias.

Y construir desde ahí familias emocionalmente inteligentes.


Comienza con las tres acciones y me cuentas cómo van. Me encanta leer tus historias de éxito y también quiero ayudarte a lograrlas si tú quieres.


La mejor herencia que puedes dejar a tus hijos es mostrarles cómo se construye un amor en equilibrio, donde lo femenino y lo masculino no luchan, se abrazan.


Ellos no aprenden lo que les dices, aprenden lo que ven.


De corazón a corazón

Karla Maldonado Cabieses


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